Nuestra visita de ayer fue un fracaso absoluto, pero hoy jueves se puede ver un gran movimiento, lo normal que uno se imagina en un espacio comercial como este, un lugar tan importante como lo es la Vega. Llegamos a las 12.00, buena hora para observar el funcionamiento, y comenzamos a recorrer sus pasillos. En ese minuto nos percatamos que la esencia patrimonail de la Vega Central, no es solamente su arquitectura o el barrio en donde se emplaza, sino el entramado de relaciones sociales de los distintos actores y como se generan lazos entre los comerciantes y los caseros, seguimos caminando hasta encontrarnos en el puesto 758, con Don Julio, un viudo que vendía tomates, porotos y fondos de alcachofas. Le pedimos si podíamos hacerle algunas preguntas y su respuesta fue "mientra' no le digai a mi iñora, todo bien", queriamos saber si le compraba los productos a un único vendedor o si se iba alternando de distribuidor, cuanto vendía aproximadamente al día, etc. El viejito de lo más amable, no dudo en ayudarnos lo más posible, con tal que termino mostrándonos las facturas de los tomates, para comprobar que las vendía a buen precio, nos enseño a cortar las alcachofas, y así aprendimos que existe un único método para que no pierdan su sabor y nos permitió ser, por unos minutos, las encargadas del puesto y atender a la clientela.
Claramente a Don Julio le molestaba que los peruanos "se hicieran los pobrecitos, cuando en realidad son los que tienen más cámaras y heladeras". Nos comentó además que con el proceso de urbanización muchos buenos lugares para la plantación con tierras ricas en nutrientes se habían desperdiciado, como por ejemplo las zonas de Maipú y Peñaflor. Tras una hora nos despedimos de Don Julio, ya que claramente hace mucho que no tenia una buena conversión, con su tarjeta en mano, un kilo de tomates y prometiendo volver en unos cuantos días. Luego seguimos recorriendo los pasillos y le preguntamos a varios vendedores cada cuanto compraban las mercaderías y como era el proceso de compra. Nos dijeron que compraban todo al ojo, según cómo iban las ventas, y que además tenían que llegar a las 3am. a la zona de remates a comprar las mercaderías solo un poco más barata, pero solo era así si compraban en "grotescas cantidades" como nos dijo Mario. Finalmente, despues de dos horas de largo recorrido, nos fuimos conformes con nuestra visita y con una gran bolsa llena de frutas y verduras.